Jenn ×Emma× Allen

Chapter 38: Reed; sorpresa



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Las palabras de Marck resonaron en la habitación, llenándola de un silencio denso y cargado de tensión. Drake, con la boca ligeramente abierta, observaba la escena con una mezcla de incredulidad y preocupación.

Allen, sin embargo, permaneció impasible, su mirada fría y penetrante se clavó en Marck como un cuchillo afilado. "Un 70/30 a favor de la empresa sería lo más justo", repitió Marck, con una sonrisa forzada que no lograba disimular la arrogancia en su voz.

"El costo de la producción y distribución a nivel global no es algo que se tome a la ligera, ya sabes". Drake, acostumbrado a lidiar con ejecutivos de Netflix, reconoció la típica estrategia de negociación: minimizar el valor del proyecto y maximizar las exigencias de la empresa.

Pero Allen no era un novato en este juego. Su mente, aguda y calculadora, ya había desentrañado las verdaderas intenciones de Marck. "Entiendo", respondió Allen con una voz gélida, tan fría como el acero. Su tono era cortante, sin espacio para la negociación. "Puedes irte".

Marck, sorprendido por la respuesta tan directa y sin concesiones, se quedó atónito. Esperaba una discusión, un debate, un intercambio de argumentos. Pero Allen no le concedió ni un ápice de su tiempo.

"Entonces, si la propuesta no te parece adecuada, ¿qué tal si lo dejo en 65/35?", insistió Marck, intentando recuperar el control de la situación. "Es bastante favorable tanto para usted como para su proyecto".

"Entiendo", repitió Allen, con una frialdad que hacía temblar las piernas a Marck. "Entonces, ya no hay nada de que hablar. El trabajo en este proyecto va a ser el máximo, si no se puede retribuir adecuadamente, entonces lo lamento, pero viajé de manera inútil hasta aquí".

Las palabras de Allen, pronunciadas con una seguridad implacable, resonaron en la habitación como un trueno. Marck, con el rostro enrojecido por la furia y la humillación, se levantó de su asiento, golpeando la mesa con tanta fuerza que hizo que un vaso de cristal se rompiera en mil pedazos.

"Es una lástima que seas tan estúpido", espetó Marck, con la voz entrecortada por la rabia. "Pero bueno, me retiro". Marck salió de la habitación con la misma arrogancia con la que había llegado, pero esta vez, su paso era inseguro, lleno de frustración y derrota. Drake, atónito por la escena, se quedó mirando la puerta por la que Marck había desaparecido.

"No crees que deberías haber aceptado?", preguntó Drake, con un tono de voz inseguro. "O al menos, hubieras intentado negociar al respecto".

Allen, sin inmutarse, tomó su teléfono móvil y marcó un número. Mientras esperaba la respuesta, respondió a Drake con una frialdad que no dejaba lugar a dudas sobre su determinación. "No voy a dejar que menosprecien y traten como basura el esfuerzo y trabajo duro que todos estamos haciendo en este proyecto. Tú tranquilo, yo me encargo".

Drake, con la boca seca, se sirvió un poco de vino para calmar sus nervios. La tensión en la habitación era palpable, cada segundo se convertía en una eternidad. "Hola, finalmente he comenzado un proyecto", dijo Allen, conectando la pantalla de su teléfono a la televisión.

En la pantalla, apareció el rostro de Reed Hastings, fundador de Netflix, una de las personas más poderosas del mundo del entretenimiento. y una persona que entra en el top 500 personas más ricas en todo el mundo, encabezó la firma como CEO por más de dos décadas. Bajo su timón, Netflix atrajo a 139 millones de suscriptores en todo el mundo al término de tan solo un año.

Drake, con los ojos desorbitados, escupió el vino que estaba tomando. Su mente no podía procesar lo que estaba viendo. "Pfffff", jadeó Drake, con la voz entrecortada.

"Después de rechazar muchas veces mi oferta, al fin aceptas", dijo Reed Hastings, con una sonrisa burlona. "Entonces dime, ¿en qué puedo ayudarte?"

"Pues digamos que uno de tus ejecutivos me ofreció una propuesta para una serie, pero solo quería ofrecernos la retribución de un 70/30, supuestamente a favor de tu empresa", explicó Allen, con una voz tranquila y serena.

Reed Hastings, con la mirada fija en Allen, guardó silencio por un momento. "¿Dime nombre y apellido del ejecutivo?", preguntó Reed, con un tono de voz que no dejaba lugar a dudas sobre su enojo.

"Se presentó como Marck", respondió Allen, con un aire de indiferencia. Drake, con el corazón latiendo a mil por hora, se quedó paralizado. La situación era surrealista, un agente de Netflix, con una arrogancia desmedida, había intentado engañar a Allen, sin saber que este tenía una conexión directa con el mismísimo fundador de la empresa.

El capítulo termina con la promesa de una venganza que se avecina. La frialdad de Allen, su inteligencia y su determinación, dejan claro que no permitirá que lo menosprecien. 

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