IF CATS ARE LUCKY, WHY NOT WOLVES?

Chapter 7: cap 7



En una aldea perdida entre las colinas y rodeada de leyendas, un pequeño grupo de héroes se preparaba para su primera incursión en una mazmorras que prometía más sorpresas que peligros. Rufus, un hombre lobo que había ganado el apodo de "el hombre lobo de la suerte" por su habilidad (o falta de ella) para atraer situaciones absurdas, miraba con una mezcla de incredulidad y resignación a sus compañeros. A su lado estaban Luna, una lobo con aspiraciones de ser la "mascota de la suerte", y Sparki, la hija del dragón más vago del reino, que había decidido que una tienda de ítems era lo más lógico antes de aventurarse en un lugar lleno de criaturas monstruosas.

—¿De verdad crees que una tienda de ítems nos salvará de la mazmorras? —preguntó Rufus, alzando una ceja mientras observaba la estantería repleta de objetos que parecían más decorativos que útiles. Un sombrero con orejas de conejo, un frasco de "sopa de suerte" que claramente había sido olvidado en un rincón, y un bote de mermelada de fresa con una etiqueta que decía "¡Cuidado! Puede causar confusión".

—Es obvio, Rufus. Sin armas, ¿cómo vamos a enfrentar a los monstruos? —respondió Luna, como si estuviera explicándole a un niño por qué no debe jugar con fuego. Su mirada inocente contrastaba con la mente retorcida de Sparki, que sonreía con picardía al recordar cómo había convencido a Rufus de que la tienda era una brillante idea.

—Mi papá dragón siempre decía: "Los humanos llegan a duras penas y casi sin armas. ¡Así que mejor que estén bien equipados!" —dijo Sparki con un brillo en los ojos, como si acabara de descubrir la pólvora. Rufus no podía evitar pensar que, si su padre era tan sabio, ¿por qué había decidido no cuidar de ella y dejarla en manos de un grupo de inadaptados?

—Oye, ¡miren! ¡Clientes! —exclamó Sparki, apuntando a un grupo de aventureros que se acercaban con caras de desesperación. Rufus se dio cuenta de que el saco de dinero que llevaban era más grande que la propia Sparki, y eso era bastante decir, dado que ella era un dragón en miniatura.

—Sparki, ¿no crees que te pasaste un poco? —preguntó Luna, con un rostro entre la preocupación y la incredulidad.

—¿Pasarme? ¡Nunca! —respondió Sparki, mientras acariciaba el saco de oro como si fuera un peluche. Rufus recordó la vez que ella se había robado una bolsa de oro mientras todos dormían, durmiendo plácidamente como un tierno dragón de peluche.

Sin embargo, el destino tenía otros planes. Mientras Rufus se acercaba a los visitantes, un movimiento torpe hizo que pisara algo en el suelo. Un agujero se abrió de repente y, como si fueran un grupo de marionetas descontroladas, todos cayeron al piso 70 de la mazmorras.

—Ups... —murmuró Rufus, sintiéndose tan afortunado como un gato con tres patas. Desde el fondo del abismo, escuchó los gritos de los visitantes que se enfrentaban a una situación que ni el más experimentado de los aventureros podría haber anticipado: un festín de huesos servido por una rana gigante, que no solo era la guardiana del lugar, sino también una gourmet con un gusto peculiar por la carne crujiente.

—¡Mira, Rufus! ¡Están siendo devorados por una rana! —gritó Luna, señalando el espectáculo con emoción infantil. Rufus, con una mezcla de horror y diversión, se dio cuenta de que, en efecto, eso no era físicamente posible.

—No me lo preguntes, ni yo lo sé —respondió, mientras ambos suspiraban, preguntándose cómo se habían convertido en un grupo tan desastroso.

—Bueno, Sparki, es tu turno de brillar. —dijo Rufus, tratando de mantener el ánimo en alto mientras pensaba que, de todos modos, había algo trágicamente cómico en todo esto.

—¡Ey! ¡Eso fue bueno! ¡Ellos salieron con vida! —gritó Sparki, mientras se lanzaba a la carrera con una billetera que había encontrado en el camino.

—¿Dónde está mi billetera? —preguntó uno de los hombres lobo que, al parecer, había estado demasiado ocupado tratando de evitar a la rana para darse cuenta de que había perdido su dinero.

Rufus miró a Sparki, que corría como si estuviera en una carrera de obstáculos. En un instante, se dio cuenta de que la suerte, para ellos, era un concepto más confuso que la receta de un pastel de tres pisos. 

Rufus estaba completamente desconcertado. No solo porque Luan, su amigo algo torpe pero de buen corazón, había revelado su sorprendente talento culinario al preparar un estofado que, para su asombro, no sabía a cartón mojado, sino más bien a... algo que podría considerarse "comible". Sino porque, además, la tienda de artículos inútiles que habían abierto en el pueblo había comenzado a generar un ingreso que desafiaba todas las leyes de la lógica. Rufus, en su afán por comprender cómo había sucedido tal milagro, había decidido invertir en un libro titulado "Suerte para Atontados". Sin embargo, el contenido era tan útil como un paraguas en un huracán, y la única suerte que había encontrado hasta ahora era la de tropezar con su propio pie.

Mientras contemplaba su vida y la extraña situación, Sparki, su hija adoptiva y la chica más inocente (y manipuladora) de la aldea, estaba sentada en su regazo jugando con una moneda que había encontrado en el suelo. "Mira, papá, ¡esta moneda trae suerte!", decía, mientras Rufus se preguntaba si la suerte era solo otro término para describir su creciente colección de accidentes.

En un rincón de la sala, la Reina Demonio, una mujer que nunca había sido llamada la más inteligente, estaba enfrascada en una partida de cartas con Luan. Pero Luan, que parecía tener más espejos que cerebro, estaba haciendo trampa de una manera tan obvia que hasta un niño de cinco años lo habría notado. "Mira, Reina Demonio, tus cartas están en el espejo", le decía Luan, mientras la Reina, con la mirada perdida en sus pensamientos, murmuraba en voz alta: "Mira, Luna, sé que escuchas mi mente... Ñamñamñamñamñamñamñam". Era un momento de pura brillantez mental, digno del más alto honor de la Academia de la Inteligencia Demoníaca.

Pero la calma fue interrumpida abruptamente por un grupo de héroes que entró con aires de grandeza. "¡Somos el Grupo del Héroe y venimos a vencer a la Reina Demonio!", gritaron con ímpetu. Sparki, cuyos ojos brillaban con emoción por la llegada de clientes, se lanzó de un salto hacia la ventana, solo para recordar que no sabía volar. "¡Espera, Sparki! ¡No puedes saltar sin un plan!", gritó Rufus, mientras ella ya estaba en pleno vuelo... hacia el suelo.

Mientras tanto, los héroes se presentaron, y uno de ellos, un tipo con más músculos que cerebro, decidió que Rufus sería su guía. "No hay problema", dijo Rufus, tratando de sonar convincente, aunque el sudor le corría por la frente. Apenas cruzaron el umbral de la mazmorras que conectaba con el castillo, Rufus se tropezó y cayó al suelo, justo en la entrada, donde le esperaba un jardín de uvas asesinas. En un giro cómico de eventos, Sparki había estado comiendo uvas justo antes, y de alguna manera, la mazmorras había decidido que eso era suficiente para convertirlas en monstruos.

"¡Cuidado, uvas asesinas!", gritó uno de los héroes, pero ya era demasiado tarde. El grupo se vio envuelto en un caos de uvas que parecían tener una agenda propia. "¡Esto es un desastre!", exclamó Luan, mientras una uva gigante le caía en la cabeza.

Rufus, luchando por levantarse, accidentalmente golpeó una palanca. Una piedra cayó del techo, seguida de una bañera que se estrelló justo al lado del grupo. De repente, la bañera se abrió y Liz, la asistente de la Reina Demonio, apareció con una toalla, gritando: "¡Ey, me estaba bañando!".

"¡Perdón, Liz!", dijo Luna, avergonzada y tratando de contener la risa. "Solo estábamos... eh... disfrutando de un día normal en la mazmorras".

"¡Menos mal que no estaba en la bañera!", exclamó uno de los héroes, solo para que Liz le lanzara la toalla, que terminó en la cara de otro, causando un efecto dominó de caídas.

Mientras tanto, la Reina Demonio, sentada en su trono con un bol de palomitas, no podía contener la risa viendo el espectáculo. "Esto es mejor que cualquier programa de televisión", decía entre carcajadas, mientras el caos continuaba, dejando a todos preguntándose cómo sería el próximo capítulo de esta absurda aventura.


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